En un reportaje años después afirmaba: «Para mí fue un regalo de Dios entrar al Colón: allí fui feliz».
Entre otros trabajos por los que obtuvo especial reconocimiento se cuentan sus actuaciones en Fedra, Hamlet y el Cisne Negro.
[4] Su última actuación como bailarina fue cuando, ya retirada, fue convocada por Pierre Lacotte para el papel de Magda en La Sylphide.
En dicho proyecto, se incluyó también (y fue aprobado) el nombre de la igualmente reconocida primera bailarina del Teatro Colón de Buenos Aires, Norma Fontenla, para designar a otra calle del mismo barrio.
Durante su estadía en el Ballet Estable, se enamoró del bailarín Ángel Eleta.