En psicología de la atención, un estímulo objetivo, también llamado target (del inglés), es un estímulo que -dentro del marco de un experimento o paradigma experimental- debe ser atendido, discriminado o identificado por el sujeto.
[1] Frecuentemente, el estímulo objetivo aparece entre otros estímulos irrelevantes que deben ser ignorados, y que reciben el nombre de distractores.
Los más comunes son los visuales, seguidos de los auditivos.
En relación con los estímulos visuales, Navon enunció la hipótesis de la precedencia global en 1977,[2] según la cual los rasgos globales son procesados de forma más rápida que los locales.
Sin embargo, desde entonces, diversas investigaciones han puesto de manifiesto que variables como el tamaño, el número de elementos locales, la ubicación del estímulo en el campo visual o el tiempo de exposición pueden influir en la cantidad de interferencia proveniente del nivel no atendido y, por tanto, en el tiempo empleado por los sujetos en la identificación de los estímulos a nivel global o local.