Se decidió emplazar la estación terminal de Barcelona en Els horts de Sant Pere, unos terrenos considerados zona militar porque se encontraban entre lo que había sido el Fuerte Pío y la Ciudadela.
En 1910 se amplió con una cubierta de estructura metálica y en 1912 se construyó un nuevo acceso a lo que luego sería la Avenida Vilanova.
La estación del Norte pasó a llamarse Barcelona-Vilanova, aunque conservó popularmente su denominación anterior.
En 1983 el Ayuntamiento compró a RENFE los terrenos, un total de 57 757 m².
Los planes urbanísticos municipales también preveían levantar un Auditorio o Palacio de Congresos en los terrenos anexos, ocupados por las vías ferroviarias, aunque este proyecto se demoró más de una década.