También es conocida como la "Ciudad eucarística" por haber sido lugar de la aparición milagrosa del Divino Niño en la hostia consagrada en 1649.
En la actualidad, en la macrorregión norte y especialmente en la Región Lambayeque, Ciudad Eten es reconocido por ser considerado el último bastión de la lengua mochica o yunga, que se resistió a dejar de comunicarse en su lengua nativa, en mantener su identidad mochica, y es identificado, por ser un pueblo fervorosamente católico, y muy conservador de sus tradiciones.
… Avanzado el siglo XVIII los expedientes para postular a un curato en estos pueblos ya no consideraban el conocimiento de la lengua; por lo tanto cabe presumirse que esta había desaparecido, excepto en Magdalena de Eten.
Con relación a la lengua nativa, los colonizadores españoles la llamaron “la lengua yunga” o “lengua mochica”, a continuación, presentamos dos citas pertenecientes a dos importantes clérigos: El cura de Reque, don Fernando de la Carrera, al indicar los curatos donde se habla la lengua yunga en 1644, dice que Eten, Chiclaiaep y San Miguel (Picsi) son beneficios de [la iglesia] San Francisco.
Pero en lo concerniente a los valles lambayecanos se habló la lengua mochica o yunga.
Probablemente, además del interés turístico, se deba, a que esta lengua autóctona, no sólo ha enriquecido con una serie de voces el léxico del castellano peruano, sino que “muestra que los peruanismos no necesariamente debían encontrar su origen en la lengua quechua, como si con ese idioma se agotara toda la cultura peruana.” (González de la Rosa 1911, citado por Salas 2008: 32).
Estos préstamos se encuentran en el Diccionario de la Academia” (Salas 2008: 32).
“Puesto que entre los habitantes de Eten la vocal domina la silaba, sobre todo al confundir el sonido final, es difícil establecer la correcta pronunciación.
A este tenor, Salas menciona a otro investigador, Pedro Benvenutto, que se refiere a la misma característica que tiene el etenano, es decir, de cambiar la última vocal y particularidad sonora que le da su hablar.“(…) estos sonidos […] son retenidos por los indígenas labriegos de la villa de Eten (lugar en que permaneció como curiosísima reliquia hasta hace algunos años, el antiguo dialecto), que sustituyen en las silabas finales la o y, a veces, la a por la e: Picare (picaro), cabre (cabra), compadrite (compadrito).”.
Otro testimonio importante es el concerniente a la recaudación de rentas por estos mismos años, a continuación, transcribiremos un texto relacionado con una actividad tradicional, que hasta ahora persiste en un número reducido, como son las picanterías y chicherías, donde se degusta el piqueo en un solo plato por varios comensales, acompañados de chicha.
60 000 anuales, pues debe advertirse que las etenanas son especialistas en la elaboración de chicha, la que es consumida por hombres y mujeres, niños y ancianos, dedicándose a este trabajo sin exagerar casi todas las casas.
Dígase de paso, hasta ahora sigue siendo usado el portón en la nueva iglesia de 1977, al igual que probablemente las campanas que replicaron anunciando el milagro eucarístico en 1649.
En este territorio, circunscribiéndolo a Cerro Campanas por el Sur (hoy conocido como Morro de Eten), al Río Eten por el Norte y la ribera del mar por el Oeste, se han documentado una larga ocupación prehispánica, que comprende desde el Periodo Formativo, es decir desde los Cupisnique (Elera 1983), pasando por los Mochicas (Centurión 2005), los Lambayeques o Sicán (Centurión 2010), los Chimú y finalmente los Chimú – Inca; dedicada a la pesca, al procesamiento de los recursos marítimos y a su comercialización principalmente, probablemente fue un importante asentamiento de pescadores que abasteció con productos marinos a gran parte de la población del valle en sus diferentes épocas.
Historiadores, como Jorge Zevallos Quiñones, puntualizan que, Eten sería una de las “raras” fundaciones prehispánicas cuyos habitantes recordaban su origen con visos legendarios (Liza 1967, citado por Castañeda 2015: 165), pues, existe una leyenda recogida a fines del S XVI por uno de los cronistas más destacados de la época, como es Miguel Cabello Valboa o Miguel Cabello de Balboa, quien rememora:“ (…) por este lugar cerca al mar, apareció una caravana de balsas tripuladas por muchos hombres que con sus familias vinieron del Norte y viendo que se acercaba la noche sin encontrar el lugar por donde podían desembarcar, le preguntaron a su jefe: “Angasnerren”: inis tuch?
Viniendo de sur a norte, geográficamente, Morro de Eten representa un hito natural, donde termina una extensa zona desértica, tomando diferentes nombres, siendo los últimos Lomas Palo Parado, Pampa Las Delicias y Pampa Eten, y empieza una larga franja agrícola, inicialmente irrigada por el río Chancay Lambayeque, que en sus secciones finales toma el nombre de Río Reque y Río Eten.
De este valle se llega al de Collique, por donde corre un río que tiene el nombre del valle, y es tan grande que no se puede vadear si no es cuando en la sierra es verano y en los llanos invierno.
Aunque a la verdad los naturales de él se dan tan buena maña a sacar acequias que, aunque sea invierno en la sierra, algunas veces dejan la madre y corriente descubierta.
Ahí, agricultores, pescadores, alfareros, tejedores, plateros forman la población mochica etenana” (Liza 1987: 9, citado por Pini 1999: 21 – 22).
Para Zevallos Quiñones, estos hechos sucederían en 1566, cuando fueron reducidos un poco al interior y sus cultivos se extendían hasta el mar (Castañeda 2015: 165).
De la misma forma, Juan Castañeda, destaca las dificultades que tuvieron los clérigos para desarrollar su labor evangelizadora, entre ellas tenemos las siguientes circunstancias: La inestabilidad de los primeros 30 años debido a las rebeliones indígenas y a guerras civiles dificultó la labor evangelizadora.
… los indígenas continuaron ocupando sus antiguas locaciones con un patrón de asentamiento disperso, dificultando la evangelización.
A partir de este momento pudieron definirse las doctrinas y su jurisdicción.
Todos ellos ejercieron su ministerio pastoral antes de que se crearan las reducciones.
En el Capítulo dedicado a la evangelización en los valles de Lambayeque, el reconocido investigador Juan Castañeda, contribuye a la reconstrucción histórica con un importante dato relacionado con los primeros evangelizadores, por ello se consigna la siguiente cita:
… Siendo Escarcena el primer religioso en conocer Trujillo y Lambayeque promovió que se fundaran casas en ambos valles.
… Si bien Escarcena anduvo predicando por estos valles, la primera casa [conventual de los franciscanos] se fundó en Trujillo [después de 1542] y, desde allí, salieron los frailes rumbo a Chiclayo.
Hacia el siglo XVIII los curatos en los valles de Lambayeque eran: villa de Saña con la Matriz y Santa Lucía, San Juan de la Punta o de Los Ingenios, Jayanca, Pacora con su anexo Mórrope, Illimo, Mochumí con su anexo Túcume, Ferreñafe, Lambayeque –con sus ramadas Santas Lucía, Santa Catalina, San Pedro y San Roque-, Chiclayo con sus anexos Picsi y Eten, Reque, Monsefú, Mocupe, Olmos, Motupe y Penachí.