[1] La historia de Irlanda a lo largo del siglo XIX recoge una gran inestabilidad social, recrudecida por la Gran Hambruna que padeció el país entre 1846 y 1848.
Con esa nueva encíclica, Etsi cunctas, el papa quiere manifestar una vez más su cariño por los católicos irlandeses, y aclarar cualquier interpretación errónea de las medidas adoptadas por la Santa en ese conflicto.
El papa expresa al afecto particular que siente por los católicos de Irlanda, porque han sido puestos a prueba con especiales y repetidas dificultades.
Precisamente, para hacer más explícito ese cariño hacia los irlandeses, envía varios objetos valiosos -ornamentos litúrgicas, vasos sagrados- destinados para las catedrales de Irlanda y favorecerán el decoro y dignidad del culto y realzar la belleza de esos lugares.
Concluye, invocando los dones más preciosos para los obispos, a quienes se dirige, al clero y la pueblo que tienen encomendado impartiendo, como es habitual en la encíclicas, impartiendo para todos la bendición apostólica.