[2] Ya en la Antigüedad, filósofos como Séneca y Plutarco aludieron a una obra que Demócrito habría dedicado al estudio de la euthymia, entendida como «buena disposición del alma» o «buen humor» y, en general, alegría.
Dicho estado es concebido como equilibrio o tranquilidad del alma, y pueden acceder a él quienes saben adaptar sus acciones a lo que son capaces de hacer.
Por tanto, se concibe tal alegría como conocimiento de sí mismo, y su logro es posible a través de la acción sobre uno mismo.
[3] Según dicha tradición, la eutimia como bien interior tendría su sede en el alma y su obtención estriba en un buen uso de la razón.
Dicha concepción recuerda a los postulados socráticos de la justicia como bien propio del alma y dependiente de la recta razón, popularizados más tarde en la tradición filosófica occidental.