Del texto se deduce que en la comunidad de Rhossos se utilizaba un "evangelio atribuido a Pedro" y que Serapión consideraba que ciertos pasajes podían alentar la herejía docética, según la cual los padecimientos y la muerte de Cristo, en tanto que Dios, habían sido meramente aparentes, bien porque Jesús fuera enteramente divino y sólo había tomado apariencia humana, bien porque el hombre Jesús y el Cristo divino fueran entidades diferentes, que se habrían juntado en el momento del bautismo en el Jordán, y se habrían separado poco antes de la muerte de Jesús.
Comienza así "Pero de entre los judíos nadie se lavó las manos, ni Herodes ni ninguno de sus jueces",[1] lo que implica una referencia anterior al conocido pasaje evangélico (Mateo 27:24) en que Pilatos se lava simbólicamente las manos.
Con posterioridad al hallazgo del manuscrito de Ajmin, se han encontrado tres breves fragmentos correspondientes a este evangelio.
Los otros dos —muy breves— parecen referirse a conversaciones entre Jesús y Pedro, narradas en primera persona por este último.
Los testigos del acontecimiento relatan lo ocurrido a Pilatos, quien reitera la culpabilidad de los judíos (versículo 46).
La mayor parte de los autores establece que este evangelio fue redactado hacia el año 150.
Hay bastante coincidencia entre los estudiosos en pensar que el autor del evangelio de Pedro conoció y utilizó como fuentes los sinópticos.
Sin embargo, Ehrman[7] destaca que desde 1880 se han encontrado tres manuscritos de los siglos II y III correspondientes a este evangelio, en tanto que sólo se ha hallado uno del evangelio, canónico, de Marcos.