Aunque ya se han encontrado otros nanomateriales con propiedades similares como el grafeno blanco.
El fósforo negro es un equivalente casi idéntico al grafeno y un candidato excelente para dar vida a una nueva era de componentes electrónicos.
Como el grafeno, su mayor problema es lograr procesar la materia prima para obtener láminas a escala nanométricas.
Un punto negativo del fósforo negro es que estas capas se degradan rápidamente en contacto con agua u oxígeno.
Por este motivo el fósforo negro puede ser mejor que el grafeno en muchas aplicaciones, gracias a una mayor brecha energética del material que favorece la creación de dispositivos eléctricos.