Farmacorresistencia

Entre los microbios que modifican los antibióticos se encuentran el Pseudomonas aeruginosa y el Acinetobacter baumannii, resistente al aminoglucósido.

[3]​ La capacidad innata de los microbios para desarrollar resistencia a un ritmo superior al del desarrollo de nuevos fármacos, hace pensar que las estrategias actuales para crear terapias antimicrobianas viables a largo plazo están condenadas al fracaso.

Sin estrategias alternativas, la adquisición de farmacorresistencia por los microorganismos patógenos representa, probablemente, la más significativa amenaza a la salud pública que enfrenta la humanidad en el siglo XXI.

Otro es la resistencia a factores físicos como temperatura, presión, sonido, radiación y magnetismo.

A menos que el medicamento utilizado haga imposible la reproducción sexual, la mitosis o la transferencia genética horizontal en toda la población, la resistencia al fármaco será inevitable, como puede verse en tumores cancerígenos, en los que algunas células pueden desarrollar resistencia a los compuestos utilizados en la quimioterapia.

La resistencia a los fármacos tiene un alto precio metabólico[22]​ en los patógenos en los que este concepto es relevante (bacterias,[23]​ endoparasitos y células tumorales).

En ocasiones, las posibilidades de que aparezca farmacorresistencia pueden reducirse utilizando varios fármacos simultáneamente.

La fagoterapia es el uso de bacteriófagos para tratar infecciones bacterianas. Podría utilizarse como alternativa a los antibióticos cuando las bacterias desarrollen resistencia. Las superbacterias inmunes a múltiples tipos de fármacos se están convirtiendo en un problema con el uso cada vez más frecuente de antibióticos. Gracias a su especificidad, los fagos pueden atacar a estos microbios peligrosos sin dañar las células humanas. Cuando las bacterias desarrollan inmunidad a los fagos, por lo general tienen que renunciar a su resistencia a los antibióticos, dejando siempre un punto débil que nos permite tratar contra ellas.