La reacción del dictador fue expulsar a Sbert de la escuela y confinarlo en Cuenca.
[2] González Calleja afirma, por otro lado, que en aquella época la FUE "basaba su programa en la reivindicación de nuevos valores socioculturales, como el feminismo y el naturismo, pero no mostraba una ideología clara, salvo un vago republicanismo sentimental que poco a poco conseguiría plasmarse políticamente".
Los días siguientes los estudiantes continuaron la huelga y levantaron barricadas en el centro de Madrid.
Más de cien profesores y catedráticos mostraron su solidaridad con los estudiantes.
[3] Sin embargo, la derogación del artículo 53 no detuvo la protesta estudiantil —"una dictadura que capitula es un régimen vencido y los estudiantes se daban perfecta cuenta de ello", explicó Ben-Ami[4]—.
La respuesta de Primo de Rivera fue disolver la FUE, pero el 22 se inició un paro general en todas las universidades españolas, apoyado por las fuerzas sindicales y que ya tuvo un carácter claramente republicano.
En Sevilla hubo algaradas estudiantiles el viernes 11 de mayo, con varias detenciones.
Los "Jonsistas", partidarios de continuar las clases, se enfrentaron a los huelguistas.