Al decir Pacheco algo más adelante que «después desto, habiendo acabado el retrato de Su Majestad a caballo, imitado todo del natural, hasta el país, con su licencia y gusto [del rey] se puso en la calle Mayor, enfrente de San Felipe, con admiración de toda la corte e invidia de los de l'arte, de que soy testigo»,[4] Antonio Palomino entendió que aludía todavía al primer retrato, que imaginó a caballo y armado «todo hecho con el estudio, y cuidado, que requería tan gran asunto, en cuadro grande, de la proporción del natural, y por él imitado, hasta el país».
[6] Ese primer retrato, apunte o esbozo tomado del natural, sería el empleado posteriormente para completar en el taller el retrato ecuestre al que aluden tanto Pacheco como Palomino, actualmente desaparecido, en el que Velázquez estaría trabajando por un espacio de tiempo más dilatado, no dándolo por acabado hasta poco antes del mes de agosto de 1625, cuando Julio César Semín cobró por el dorado del marco para su exposición en la calle Mayor.
Para José López-Rey, al contrario, ese primer retrato sería el que muestran las radiografías bajo este retrato del Museo del Prado, el único que por haber pertenecido siempre a la colección real podría tenerse por retrato oficial, remodelado enteramente por el propio Velázquez en una fecha que López-Rey estima cercana a 1628 y con mayor soltura en la pincelada.
[8] Las radiografías revelan un retrato enteramente remodelado, pintado sobre el subyacente al que modifica no sólo en la posición de las piernas, en su primer estado abiertas en compás, cargando el peso sobre la izquierda, o en la extensión de la capa, más larga y ajustada al cuerpo en la versión última, cambios que pueden observarse a simple vista, sino también en la posición de las manos y en la elevación de la mesa, el contorno del rostro, menos grueso y más afilado en su versión definitiva, o la completa remodelación del traje, lo que significa que prácticamente ninguna parte del lienzo primitivo quedó sin tocar.
[9] Con tales variaciones, que no parecen exigidas por cambios en el aspecto físico del monarca, Velázquez parece haber tratado de crear una figura más esbelta, insatisfecho quizá con la apariencia del primer retrato.