La autoría de Ferrand Martínez para el Zifar tiene su origen en un cuento o exemplum que conforma el prólogo de dicho libro, en el que se cuenta con detalles históricamente comprobados una historia en la que aparece con gran protagonismo el tal Ferrand Martínez aunque aludido en tercera persona.
La veracidad y minucia de los detalles biográficos e históricos que de él se cuentan ha hecho pensar a gran parte de la crítica, desde que Marcelino Menéndez Pelayo lo postulara en Orígenes de la novela[1] hasta nuestros días, que el autor mismo era este Ferrán o Ferrand Martínez.
Francisco José Hernández, en su artículo «Ferrán Martínez, "escrivano del rey", canónigo de Toledo y autor del Libro del Cavallero Zifar»[2] encontró pruebas documentales de que un tal Ferrán Martínez, canónigo de Toledo es la misma persona que un homónimo personaje que fue sellador y escribano de los reyes Alfonso X y Sancho IV y que fue expulsado de la cancillería real en 1295.
Juan Manuel Cacho Blecua, sin embargo, rechaza que el personaje del cuento fuera el autor del Libro del cavallero Zifar en su artículo «Los problemas del Zifar»,[3] aduciendo que era habitual la inclusión de un exemplum en el prólogo, pues era uno de los procedimientos de inicio de una obra que se recomendaba en las artes poeticae para el ordo artificialis, como refleja Brunetto Latini en el Libro del Tesoro,[4] quien dice que el prólogo debe incluir «un enxiemplo o proverbio o sentençia o autoridat de los sabios».
Por todo ello, Juan Manuel Cacho Blecua concluye que Ferrán Martínez no debió escribir el Libro del cavallero Zifar, pero sin duda tuvo una estrecha relación con el autor y con los círculos toledanos cercanos a la cancillería real.