Ferrocarril del Urola

Sus cocheras y talleres pasaron a ser la sede de dicho museo, que rehízo 5 km del trazado, entre Azpeitia y Lasao, sin electrificar para dar paseos con el material rodante del museo.

Estas son: El parque de material rodante con el que contaba el Urola se mantuvo sin variaciones relevantes desde su inauguración en 1926 hasta su cierre definitivo en 1988.

La propuesta fue hecha por el Consejo de Administración en febrero y la Diputación tomó la decisión en septiembre.

La primera se produjo en 1927, cuando ya había 143 trabajadores en nómina que para 1933 pasaron a ser 164.

Pasada la guerra, en 1940 se abrió un expediente de depuración que redujo la plantilla a 100 empleados.

Ocho años más tarde llegó a 163 trabajadores y en 1982 tenía solo 91.

La plantilla de trabajadores siempre ha ido unida al servicio que el ferrocarril prestaba.

Representaban el mayor gasto de la explotación, ya que las inversiones fueron siempre muy reducidas.

Son destacables en las mejoras que se dieron en esos años las siguientes: En 1971 se publicó una orden ministerial con una nueva reglamentación que afectaba a todos los empleados de todos los ferrocarriles de uso público.

Se reconocen los quinquenios y pronto, a los seis años de la inauguración, los trienios.

La crisis de los años 80 del siglo XX fueron un freno para los incrementos salariales.

El ferrocarril era la solución a los tortuosos caminos que recorrían las caballerizas y las carretas de bueyes.

[2]​ La infraestructura estaba diseñada para dar un servicio de un tren en cada sentido a cada hora, si bien en invierno bajaba la frecuencia a uno cada dos horas con correspondencia con los servicios de Ferrocarriles Vascongados en Zumaya y en Zumárraga, donde también enlazaban con el Ferrocarril del Norte, línea Madrid-frontera francesa.

Es destacable que en los últimos años de su explotación la utilización se mantuviera en torno a los 400.000 pasajeros anuales.

Los altibajos en el pasaje, debidos a las costumbres y circunstancias históricas, fueron reflejados en su plantilla.

Después de la Guerra Civil, el transporte por carretera fue mucho más competente, lo cual obligó al ferrocarril a buscar la ampliación y mejora del servicio.

Fue entonces cuando, con la colaboración de Ferrocarriles Vascongados, se creó el servicio directo entre Zumárraga y San Sebastián, conocido popularmente como el talguillo.

[3]​ En abril de 1986, el entonces Diputado General de Guipúzcoa, Imanol Murua, apoyándose en el citado informe Sener, defendió la viabilidad del ferrocarril con las siguientes palabras: Hay que valorar la situación social planteada y los servicios que presta, y el propio estudio de Sener sobre la viabilidad del ferrocarril, una vez hechas las inversiones oportunas, indica que el tramo Azcoitia-Zumaya puede ser rentable.

[4]​ En 1986 el Gobierno Vasco suspendió el servicio argumentando el remozamiento de las instalaciones, vías y material rodante (que no habían sufrido inversión alguna significativa desde su inauguración).

Se han reconvertido algunos tramos del trazado ferroviario en vía verde, como el comprendido entre Azcoitia y Villareal de Urrechua.

Estación de Zumaya 1981.
Un automotor del ferrocarril del Urola en la estación de Zumaya 1981.
Vagón de pasajeros del Urola.
Aspecto actual de la antigua estación de Balneario de Cestona
Estaciones del ferrocarril del Urola