Después de pedir permiso al señor cura y al alcalde a la salida de misa para comenzar su recorrido y una vez autorizados por éstos, comienza la "representación" de estos cuatro personajes: Fiandorra, Diablo, Madama y Galán.
En cada casa se adentran en primer lugar los feos, simbolizando el peligro por la entrada del mal en la morada de cada vecino.
A las familias de las viviendas que hayan sufrido un fallecimiento a lo largo del año, se debe (según la tradición) entrar con los cencerros tapados para no producir ruido, en señal de respeto.
Al recorrer las casas o si tropiezas con ellos en la calle y una vez dado el donativo económico que te pide, te embadurnan la cara con un tizón, siendo una señal de que ya has colaborado, es conveniente no quitarse la marca mientras estés en la calle porque de lo contrario te volverán a exigir su pago.
* La lucha entre el bien y el mal como leit motiv de esta fiesta ancestral volvía a quedar reflejada en tiempos pasados, cuando al finalizar el día, tenía lugar una lucha teatralizada entre los dos personajes varones de la Filandorra, el Galán representando al bien, y el Diablo haciendo lo propio con el mal.