Flamenpolitik

Sin embargo, en 1916 se desarrolló un nuevo plan con la idea de que Bélgica nunca más fuese un obstáculo para el expansionismo alemán; así, Alemania debería estar rodeada por estados colchón débiles abiertos a la influencia germana.

El canciller alemán Bethmann-Hollweg azuzó a los líderes separatistas flamencos para que proclamaran la independencia y se integraran en la esfera de influencia alemana; al mismo tiempo, los movimientos nacionalistas, tanto flamencos como valones, ayudaban y alentaban a las fuerzas de ocupación germanas.

En el marco de esta política, las autoridades alemanas decidieron poner en libertad a los soldados y reservistas flamencos hechos prisioneros durante la guerra tras la rendición belga.

La política pretendía exacerbar los conflictos internos de Bélgica y granjear apoyos a las fuerzas alemanas en el norte.

Llevar a la práctica la política fue facilitado por el hecho de que en 1938 el ejército belga había sido dividido en regimientos flamencos y valones.