Al año siguiente, en 1823, escapa y se incorpora a las filas realistas.
[4] La restauración absolutista le supone un puesto como oficial del Virreinato y Capitanía General de Navarra, manteniendo este cargo hasta 1833.
[6] Su profunda adhesión a la causa le sitúa como «parte de la camarilla cortesana, la facción más radical denominada "realistas puros o apostólicos", interviniendo en las intrigas contra Zumalacárregui».
Una vez desaparecido el general, se fija en Maroto y despliega su actividad contra su actitud conciliadora hacia Espartero al unísono con otros «apostólicos».
[5] El exilio del pretendiente Carlos María Isidro de Borbón le llevará, junto a su familia, a seguir la misma senda durante nueve años, estableciéndose sucesivamente en Alençon, Le Mans y Nantes.
Por estas fechas elabora el manuscrito Para la historia de la Primera Guerra Carlista que será editado en 1981 por Jaime del Burgo .
Francisco Erasun y Rada, diciembre de 1852)[16] donde recoge lo propio en lo tocante para Navarra.
Con este fin firma trabajos como La Saleta, anunciando terribles castigos que se están imponiendo por blasfemia, profanación de la festividad e infracción en los preceptos de la Iglesia (1876) y como La Saleta, el cólera y las medicinas (1884).
Otros manuscritos serán escritos durante el Sexenio revolucionario aunque no los llegará a publicar.