Su nombre figura en los escritos del Concilio de Sárdica que fue un concilio celebrado en 343 en la ciudad de Sárdica (la actual Sofía), en Tracia, y fue convocado por los Emperadores romanos Constante y Constancio II, a petición del papa Julio I.
En las ediciones muy nuevas de estos escritos aparece con este nombre pero en las más antiguas figura con el nombre de Florentino que se autorizó a usarse por los libelos de los presbíteros Faustino y Marcelino a los emperadores Teodosio y Valentiniano respectivamente.
Respecto a este nombre de Florencio aparece en Mérida un clérigo con ese mismo nombre y que acompañó a Liberio al Concilio de Arlés y que luego fuera sucesor del citado obispo ya que en él concurren las tres circunstancias de identidad de la iglesia, el nombre y la época y, aún más, se solía nombrar como obispo de una iglesia a uno de los clérigos que habían servido a esa iglesia y a ese prelado.
Solo se sabe con certeza que fue uno de los obispod españoles que fueron al Concilio de Sárdica que fue presidido por Osio, gran Obispo y Padre de la Iglesia hispano, consejero del emperador Constantino I el Grande en el año 347 y en cuyos escritos se menciona al prelado «Florentius ab Spaniis de Emérita ...».
Para proteger su cisma, Osio y Potamio inventaron la fábula de que Florencio se desmayó y lo sacaron al exterior vivo, volvió posteriormente a ocupar su sede y ocurrió lo mismo, así como por tercera vez, siendo entonces repelido como indigno, falleciendo en esta ocasión.