Este proceso permite utilizar tiempos extremadamente lentos de deformación, lo que a su vez produce piezas limpias y uniformes, en las cuales casi no es necesario un proceso posterior de mecanizado, quedando listas para su uso en muchos casos.
Cuando esta variación no es aceptable por las características o uso de la pieza a fabricar, el forjado isotérmico ofrece una solución a dicho problema forjando la pieza con una temperatura mucho más uniforme que da como resultado final una pieza con una variación de la microestructura mínima.
En este tipo de forja esto es posible aumentando la temperatura del troquel hasta que esté a la misma que la de la pieza a forjar.
Dicha temperatura se genera y mantiene gracias a un continuo flujo de calor generado por un sistema de inducción y en algunos casos también por un sistema de calefacción por gas e infrarrojos, aunque este último se utiliza más en otro tipo de forja parecida llamada forjado en caliente en la cual el troquel no se llega a calentar tanto como la pieza a tratar.
La potencia eléctrica necesaria para la inducción es controlada por termopares introducidos en los troqueles.
Algunas piezas que usualmente se forjan con este proceso son: componentes estructurales aeronáuticos, piezas de turbinas y otros componentes aeronáuticos y de motores.
Los troqueles utilizados en el forjado isotérmico se caracterizan por estar hechos de materiales diferentes a los convencionales debido a que deben mantener una precisión geométrica mientras resisten altas temperaturas de trabajo.