[1] La defensa estuvo a cargo del general Francisco Mejía y defendido por José María Carrasco y Juan Espejo, la artillería estuvo a cargo del Capitán Jacinto Domínguez con los Subtenientes Agustín Espinosa y Manuel Balbontín.
Las cargas sobre cualquier punto que les parecía vulnerable "sólo causaban mayor estrago y mortandad [...]" y obligaban la retirada para refugiarse en las calles inmediatas.
Tal era el desconcierto que un cuerpo estadounidense de lanceros, atravesando sementeras, atacó a los mismos suyos cargando sobre dos de las compañías de Garland, matándole varios oficiales y soldados, "e hizo huir al resto en confusión hacia el grueso de la columna".
Es en este lugar donde se crea una fosa común tanto para los soldados invasores como para civiles y soldados defensores caídos en la batalla.
En el combate que se efectuó en el Fortín de la Tenería aparece un episodio de leyenda donde una heroína sin bando recorre el campo de batalla para atender a los heridos, hasta ser detenida por una bala perdida que la siembra para siempre entre una tierra que lo mismo recoge a caídos extranjeros o nacionales, esta heroína se le conoce como la Doncella de Monterrey.