La Fosa común de Oviedo se encuentra en dicha ciudad asturiana y allí reposan 1.316[1] personas asesinadas durante la represión en la zona franquista, en la Guerra Civil Española.
Los que no morían en el mismo fusilamiento eran enterrados moribundos, sin tiro de gracia, cubiertos de cal viva y a menudo quedando al aire miembros que eran comidos por los perros y los cuervos.
Otros habían sido secuestrados, paseados y ejecutados en otros lugares, transportados sus cadáveres en camiones, dejando restos de su sangre por las calles de Oviedo, y llevados a la fosa para cerrar episodios oscuros y a menudo anónimos.
[2] Desde el momento en que la fosa comenzó a acoger cuerpos, se convirtió la honra a los muertos de izquierdas en algo clandestino.
Incluso las flores debían ser arrojadas desde el exterior, al estar siempre cerrada la puerta del cementerio civil.