Nació en Piacenza, se colgó los hábitos de las monjas benedictinas en el convento de San Ciro con siete años y se convirtió en abadesa a una edad muy temprana.
De todas maneras, pero la férrea disciplina impuesta por ella, produjo su inmediata sustitución en el cargo.
Durante años, la santa tuvo que afrontar calumnias, falsos testimonios y graves pruebas interiores.
Franca persuadió a los padres de la novicia para construir una casa ciserciense en Montelana.
Posteriormente, trasladó la comunidad cisterciense a Pittoli, donde moriría en 1218.