Recibió su entrenamiento en su arte con el escultor veneciano Pietro Baratta de 1711 hasta 1716.
Cuando Mislej murió en 1727, Robba se hizo cargo de su taller y su clientela.
Su virtuosismo técnico se manifiesta en las expresiones emocionales y las refinadas formas de sus estatuas.
Durante todo este tiempo no perdió sus contacto con Venecia, pues fue varias veces a visitar su ciudad natal.
Esto le permitió permanecer familiarizado con la escultura barroca de Italia y Roma.