Francisco Goya y Lucientes, Pintor (aguafuerte)

[1]​ Edith Helmana, en su ya clásico libro Trasmundo de Goya,[3]​ señala que en este grabado Goya se autorretrató con el ojo avizor bajo los párpados caídos y boca firme de expresión áspera y displicente.

El resultado de la larga enfermedad que lo dejó sordo, aislado del mundo y desesperado.

[4]​ Casariego también ve en este capricho n.º 1, un Goya de mirada penetrante y aspecto sereno, displicente y elegante, el preludio del artista que va a enjuiciar todo a lo largo de la serie.

Señala que al firmar Francisco Goya, tal como lo recibió de su padre, y no Francisco de Goya como firmó muchas veces, deja al margen toda vanidad social.

[5]​ En este grabado se empleó técnicas de aguafuerte, aguatinta, punta seca y buril.

Detalle del autorretrato de Goya en el Capricho nº43.
Autorretrato de Goya de 1795.