Francisco Marí llegó a Guadalajara en el año 1906, aunque hasta 1920 no abriró su estudio en la calle Mayor Alta 40.
En Guadalajara nacieron sus tres hijos, Juliana, Francisco y Marina, fruto de su matrimonio con la también fotógrafa Jesusa Blanco Corsino.
Lo cierto es que en la primera Guía Pedromingo (Guadalajara, 1917), en el apartado dedicado a los profesionales establecidos en esta capital, ya aparece Francisco Marí registrado como fotógrafo en la calle Mayor Alta número 40, junto con Ángel Arquer.
Parece, por tanto, que el despuntar de Marí como profesional acreditado no se produjo hasta los años 1920.
Paulatinamente, Marí fue introduciendo una nueva tipología de retrato, que se alejaba de esa tradicional puesta en escena con recursos fingidos, para apostar por una imagen limpia e inequívoca del retratado, sustituyendo los fondos artificiales por otros neutros o, ya en el laboratorio, a fundidos en blanco que realcen la personalidad y figura del individuo.
Ello no quiere decir que su estudio de la calle Mayor Alta estuviera sin actividad; más bien, todo lo contrario, como muestran los anuncios aparecidos en la prensa del momento.