Inmediatamente la imprenta fue instalada en los bajos de la antigua Casa Consistorial (donde actualmente queda el edificio de la Gobernación de Guayaquil), encargándosele su montaje, arreglos y funcionamiento al joven tipógrafo guayaquileño Manuel Ignacio Murillo, que entonces contaba con tan solo 19 años de edad.
La máquina en mención era de porte pequeño, pertenecía a las llamadas “de palanca”, modelo ya en ese entonces bastante obsoleto, y presentaba algunos daños y deficiencias, por lo que el joven Murillo, para poder realizar las impresiones correctamente, debió repararla y elaborar y fundir algunos tipos que escaseaban, sobre todo en sus letras mayúsculas.
Al comprobarse que la imprenta no estaba en buen estado, se llegó a un acuerdo con el representante del vendedor y se acordó un nuevo precio de 5.500 pesos, que fueron cubiertos en parte por el propio Roca, y el resto por designaciones hechas por el Gobierno de la ciudad.
[4] En 1835, cuando Vicente Rocafuerte fue elegido presidente, lo nombró cónsul general del Ecuador en Perú cargo que lo ejerció hasta su muerte acaecida el 20 de agosto de 1846.
Entre ellos estuvieron José Gabriel Pino Roca, Juan Illingworth, Clemente Huerta y Julio Burbano Zúñiga.