Su postura clínica puede considerarse avanzada para la época en cuanto al concepto de enfermedad y terapéutica.
Pese a su valía, para subsistir aceptó la plaza de médico titular en Mora, donde casó en 1711.
Pese a sus probados conocimientos sobre el pulso, en los grandes centros urbanos donde se desarrollaba la investigación médica sus pronósticos sólo constituían motivo de burla para otros colegas.
En España defendieron sus descubrimientos Benito Jerónimo Feijoo, Carlos José Gutiérrez de los Ríos y J.L.
Publicó numerosas obras que se tradujeron a todos los idiomas cultos de su época.