En su juventud, administró haciendas ganaderas en su región de origen, pero pronto se fue involucrando en las distintas conspiraciones independentistas que se sucedían en la Cuba de la época.
Vega Espinosa estuvo entre los principales tuneros que se incorporaron a la lucha en el mismo mes de octubre de ese año.
Enfermo, con la salud muy desgastada y prematuramente envejecido, el Brigadier Vega recibió permiso del Gobierno de la República de Cuba en Armas para marchar al exilio en una expedición, con vistas a restablecer su salud y regresar cuando las condiciones se lo permitiesen, cosa que no le fue posible, debido a que la embarcación en la que partió naufragó en una tormenta, siendo salvado fortuitamente por Guillermón Moncada, quien también naufragó en la misma nave.
No deseando volver a intentar otra salida tan riesgosa, Vega Espinosa se estableció en un humilde bohío con su esposa Margarita y sus seis hijos.
Casi ciego, se lanzó con el machete en la mano contra el enemigo, tras la huida de su familia, pero debido a su frágil estado de salud no pudo hacer mucho y fue asesinado.