Estos dos contingentes formaban una temible fuerza sorpresiva que emboscaba ya en puertos como el de Deskarga, ya en Pancorbo, en Orduña o en Valdeajos.
Se dejaban caer por sorpresa sobre los convoyes napoleónicos exterminando a sus componentes y llevándose el correo o los avituallamientos.
En 1812, siendo ya Coronel, se apodera de Castro Urdiales tras derrotar a los imperiales en Cubo y Miranda.
Algo más tarde los sorprende en el valle del Sedano derrotándolos tras la muerte de Fromant y Bremont, general y coronel respectivamente.
En 1813 vuelve a la península donde es nombrado general, más tarde mariscal de campo y en 1825 teniente general.