Francisco de Terrazas

Su tradición responde a una que no habría de triunfar en la Nueva España, la del caballero renacentista: militar, amante y poeta.

[3]​ Terrazas cantó las hazañas de Cortés; protestó contra la discriminación efectuada en la Nueva España, por la cual los mexicanos subyugados ante la corona española eran tratados como inferiores a los españoles peninsulares, y dedicó varios versos para la creación de una poesía en la que predominaba el torrente amoroso.

Ejemplo de ella es una epístola en la que se exaltaban los sentimientos más sublimes del amor en su vertiente trágica titulada «Pues siempre tan sin causa pretendiste», donde un amante le anuncia a su querida su cercana muerte.

En su acervo lírico hay reflejos de algunas escuelas europeas como la escuela sevillana,[8]​ tratando su obra lírica sobre la belleza y crueldad de la amada, que era el tema central del petrarquismo entonces en boga.

De igual modo se puede encontrar en su poesía un juego constante entre lo sagrado y lo profano en el que términos tomados del lenguaje teológico son utilizados para describir a la belleza de la mujer.

¡Hermosos capiteles y artificio del arco que aun de mí me pone celo!

Sepamos hasta cuando estáis cerrada Y el cristalino cielo es defendido El soneto citado se aleja de la poesía mística, religiosa o de devoción y se acerca más a un rebozante erotismo de toque culterano, casi cortesano, que se haya dirigido a un público culto.