El caso más característico es el de los kiwis, extremadamente sensibles a la presencia de etileno, que se ablandan hasta la sobremadurez si se almacenan junto a frutos climatéricos como las manzanas.
La expresión «fruto climatérico» fue acuñada por Kidd y West en 1925 para describir el incremento en la tasa respiratoria que acompaña la maduración de las manzanas.
Todos los frutos, al igual que cualquier órgano vegetal, producen etileno.
Entre los frutos cuyo comportamiento es típicamente climatérico se sitúan las manzanas, las peras europeas y algunas variedades de peras asiáticas, los membrillos, los melocotones o duraznos y nectarinas, los albaricoques o damascos, los caquis, las ciruelas japonesas, los kiwis, las papayas, las bananas y plátanos, los falsos guayabos, los guayabos, los higos, los mangos, las paltas o aguacates, el maracuyá o pasionaria, la chirimoya, el arándano, etc.[1] Entre los frutos de especies herbáceas, son climatéricos los tomates y los melones de los grupos 'Cantalupensis' e 'Inodorus'.
Entre los frutos no climatéricos de especies frutales leñosas o arbustivas se encuentran el ananás (piña), los frutos secos, las uvas, la aceituna, la cereza, los cítricos en general (pomelo, limón, lima, mandarina, naranja), la granada, el higo de tuna o chumbo, el litchi, el níspero del Japón, el fruto estrella o carambola, la frambuesa y la zarzamora, etc.[1][4] Son frutos no climatéricos de especies herbáceas el pimiento, el pepino, la frutilla o fresa, etc.[4] Los frutos cítricos son ejemplos típicos de frutos no climatéricos y en ellos el etileno no regula la maduración, es decir, no maduran por acción del etileno.
Sin embargo, en naranjas del grupo 'Valencia' (que por ser de cosecha tardía tienden a reverdecer en la planta) y en mandarinas tempranas (por ejemplo, 'Okitsu'), los frutos pueden estar maduros para su consumo y aún presentar coloraciones ligeramente verdosas.