El antropólogo James George Frazer recogió abundante documentación sobre ritos en los que hogueras, ascuas, antorchas y cenizas eran usados por considerarse benéficos para la agricultura, la ganadería y el propio ser humano.
La tradición clásica propuso dos modelos en el simbolismo del fuego: Vulcano y Prometeo.
El corporativismo matriarcal ha cambiado con la organización de la Iglesia católica, pero la ciudad sigue siendo la misma.
[2] Paralelamente, ese simbolismo de transformación y regeneración es común con el elemento agua.
En una galería no representativa, figuran aquí los ejemplos de la salamandra, Giuseppe Arcimboldo y Jan Lievens.