Galos (pueblo)

Otros grupos celtas habían seguido su camino cruzando los Pirineos hasta Hispania, donde se mezclaron con los pueblos indígenas y cuya fusión dio lugar a lo que los historiadores llamaron Celtíberos.

Según explica el lingüista francés Paul Robert, hasta el año 1138 se utilizaba en Francia el término jal (derivado del latín gallus) para designar al gallo.

Más tarde, en el siglo III a. C., hubo una gran migración de galos hacia Oriente, recorriendo toda Grecia y llegando hasta Asia Menor donde, después de grandes enfrentamientos con Eumenes I y Átalo I (reyes de Pérgamo), fueron rechazados por estos y se dirigieron a la zona central de Capadocia, donde se asentaron formando una región que pasó a llamarse Galacia y, por tanto, sus habitantes (los galos) pasaron a llamarse gálatas o galateos.

Más tarde los mismos heduos, que estaban en lucha contra los celtas de la Galia Bélgica, volvieron a pedir su ayuda.

Como la paz duraba poco en esos territorios, las continuas disputas entre las dos grandes confederaciones de heduos y arvernos, y la amistad con que Roma había distinguido a los primeros, es por lo que Julio César ve la excusa perfecta para instalarse en el lugar.

En el año 55 a. C., pueblos celtas, a los que Julio César confunde con germanos, se hallaban muy cerca de las Galias, en la otra orilla del Rin.

César mandó a su legión que construyera un puente de madera sobre el río y lo cruzó para luchar contra ese pueblo.

Los galos hablaban diferentes dialectos de una lengua céltica perteneciente a la familia indoeuropea, que en la actualidad está extinta.

Estatuilla Romana de Bronce de un Galo cautivo, siglo II d. C.
Monumento a Gergovia .