Esta abundancia atrae a los pescadores que se acercan por carretera desde la ciudad de Yibuti.
Los yibutienses creen que sus aguas están pobladas de demonios.
Salvo algunos uadi y un palmeral, el resto son llanuras vírgenes de vegetación.
[3] La presencia humana es insignificante, pero hay un lugar, Dankalelo, que forma un importante conjunto arqueológico.
Fue descubierto en 1930 por Paul Wernert y se han encontrado numerosos útiles del tercer milenio a. C.[4]