Ernesto Giménez Caballero

[1]​ Su obra más relevante y difundida en este aspecto fue Genio de España, publicada en 1932.

[5]​ Cursó la licenciatura de Filosofía y Letras en la Universidad Central e inició el doctorado (que no culminaría hasta los años cuarenta).

Editado por él mismo en la imprenta paterna, le reveló súbitamente al público, no solo por sus méritos literarios, sino por su fuerte contenido crítico frente a la actuación política y militar española en el protectorado.

[11]​ Por esa razón, le fue incoado un proceso militar por injurias al Ejército e incitación a la sedición.

[13]​ Desde la ciudad alsaciana se abrió un hueco en la vida periodística con las colaboraciones que enviaba al diario madrileño La Libertad, dirigido por Luis de Oteyza.

A juzgar por la frenética actividad que desplegó en esos años, Juan Manuel Bonet lo ha calificado como «el hombre orquesta de nuestras vanguardias históricas».

[14]​ Su empresa más ambiciosa en ese campo fue la fundación y dirección de La Gaceta Literaria en 1927, revista quincenal que congregó a las tres generaciones activas en la vida artística de los años veinte —la del 98, la del 14 y la suya, la generación del 27— y que logró prolongar su existencia hasta mayo de 1932.

También se interesó por el cine, fundó el primer Cineclub en España (con la colaboración de Luis Buñuel) y realizó varios cortometrajes, como Esencia de verbena y Noticiario del Cineclub (ambos en 1930).

[23]​ Giménez Caballero fue promotor intelectual del filosefardismo cultural y publicó en La Gaceta Literaria diversas columnas prosefardíes.

No obstante, se separó del periódico al llegar la Segunda República, colaborando únicamente en sus cuatro primeros números.

[32]​ Desde 1932 mantuvo una relación política muy estrecha con el embajador italiano en Madrid, Raffaele Guariglia, e intervino como «claro introductor»[33]​ del mismo en la iniciativa de publicación del semanario El Fascio, en marzo de 1933.

Dirigido por Delgado Barreto, solo pudo salir un primer número de la publicación ante la censura gubernamental, que ordenó su recogida.

a la vez que se acercaba al grupo de Acción Española, en cuya revista colaboró durante todo ese año.

[38]​ Vinculado también a Juan March, colaboró en el diario Informaciones, propiedad de este último.

Aunque renuente a utilizar el término fascismo en la década de los veinte, su pensamiento se irá decantando hacia un fascismo panlatino que siente las bases para un fuerte nacionalismo español, en obras como Genio de España (1932) —su libro más difundido y reeditado— o La nueva catolicidad (1933).

[40]​ Con Arte y Estado (1935), su última obra importante anterior a la guerra, pretendió construir una estética fascista desde la perspectiva española.

[44]​[45]​ Desde su incorporación al territorio sublevado, en los primeros meses de la Guerra Civil, defendió la unificación del falangismo con el carlismo.

Mal visto por los falangistas pretendidamente auténticos (que no le perdonaban sus veleidades políticas y sus discrepancias con José Antonio), se hizo alférez provisional y fundó el periódico del frente Los combatientes, que redactaba prácticamente en solitario.

Tras la Guerra Civil, se reintegró a su cátedra del instituto Cardenal Cisneros.

Pero su acción política, forzado por las circunstancias, hubo de verse orientada al terreno diplomático.

Detalle de una caricatura de Bagaría de la Exposición del Libro Catalán (1927) en el que aparece retratado Giménez Caballero.
Ernesto Giménez Caballero, segundo por la izquierda, en una foto con Francisco Franco (c. 1937-1938).