Tras la contienda, en la que no llegó a tomar parte como combatiente, decidió dedicarse al periodismo.
Claramente identificado con el Régimen franquista, a lo largo de la dictadura también actuó como censor.
[1] En 1940, a los 23 años, fue nombrado director del periódico La Mañana de Lérida, y dos años después ocupó el mismo cargo en el diario Información de Alicante.
[4][5] Estando al frente de la denominada Prensa del Movimiento organizó la creación del diario sevillano Suroeste,[6] publicación que sustituía al desaparecido diario Sevilla y que buscaba convertirse en el periódico de referencia en el ámbito andaluz.
Ha publicado varias novelas, como La paz empieza nunca, Todos morían en Casa Manchada, Verde doncella, Las ratas suben a la ciudad, Las personas decentes me asustan, Lola, su novio y yo y Tres chicas y un forastero, por las que ha recibido numerosos premios, como el Nacional de Literatura o el Planeta.
Se ha especulado con que Emilio Romero pudiera haber conocido previamente el intento de golpe de Estado del 23F, ya que días antes del golpe publicó un artículo en el diario ABC en el que criticaba duramente a Adolfo Suárez, defendía la necesidad de 'un golpe de timón' y proponía al general (posteriormente implicado en el golpe) Alfonso Armada como posible candidato a presidente del Gobierno.
En todo caso, Romero no fue nunca juzgado ni condenado por el 23F.
Su ciudad natal, Arévalo, le dedicó una avenida y también una escultura en la céntrica Plaza del Real.