Se cree que ella y Anna Panto, mencionada en 1744 como la esposa de Vincenzo Bonanno, eran la misma persona.
Este veneno, al cual Giovanna se refería como "licor de vinagre arcano", era indetectable en aquella época.
Sus clientas solían ser mujeres casadas que tenían un amante; adquirían una primera dosis para provocar dolor estomacal a sus maridos, la segunda para provocar su ingreso en el hospital, y la tercera para matarlos.
El doctor era, en estos casos, incapaz de hallar la causa del deceso.
Un día, una amiga de Giovanna, Maria Pitarra, se encontraba vendiendo veneno cuando se dio cuenta de que la víctima iba ser el hijo de una amiga, por lo que decidió advertir a la madre, quien a su vez encargó veneno, siendo Giovanna detenida cuando llegó con el pedido.