El biógrafo de Carlomagno, Eginhardo, afirma que Gisela se había dedicado a la religión desde su infancia.
Se convirtió en monja en la abadía de Chelles, donde con el tiempo llegó a convertirse en abadesa.
[1] Según Eginhardo, se llevaba bien con su hermano Carlomagno, quien "la trataba con el mismo respeto que le tenía a su madre".
Murió en 810 en el convento en el que había vivido la mayor parte de su vida.
Dado lo activo del scriptorium de la abadía, se discute si pudo haber desempeñado un papel importante en el renacimiento carolingio.