A la espera de hallar un candidato adecuado ocupó la presidencia el moderado Modesto Cortázar,[2] a la sazón ministro de Gracia y Justicia en dicho gobierno.
[3] La Regente se marchó a Valencia debido a que Barcelona se decantaba por los progresistas; a partir del 1 de septiembre de 1840 estallaron revueltas progresistas por toda España en las que se formaron "juntas revolucionarias" que desafiaron la autoridad del gobierno.
La primera en constituirse fue la de Madrid encabezada por el propio Ayuntamiento que publicó un manifiesto en el que justificaba su rebelión, en seguida se formó una Junta central presidida por el concejal del ayuntamiento de Madrid Joaquín María López.
Para certificar la acción se presentaron como testigos los generales José Ramón Rodil, Manuel Lorenzo y Narciso López.
Diez días después María Cristina no tuvo más remedio que nombrar presidente del gobierno al general Espartero "en la esperanza de frenar la marea revolucionaria que se había apoderado del país".