Desde muy joven se trasladó a vivir a San Miguel de Allende con su padre, Rodolfo González, quien era un escultor que trabajaba la fundición y la técnica de la cera perdida.
En el pueblo de Marfil conoció a la pintora canadiense Gene Byron, quien le solicitó moldes para hacer réplicas en terracota y le invitó a trabajar con sus diseños.
Durante su estancia en Japón, conoció a Toshiko Ono, con quien contrajo matrimonio.
Al regresar a México, decidió rescatar la tradición de la cerámica mayólica, cuya fabricación había sido abandonada en Guanajuato por más de 80 años, y que había conocido por algunas piezas que guardaba su padre.
[3] De esta manera fundó el taller Alfarería Tradicional, especializándose en esta técnica que utiliza un esmalte blanco lechoso que cubre el interior y exterior de las piezas que, al mismo tiempo, sirve como base para terminar la decoración con estaño, plomo y sílice.