El grand opéra es un subgénero de ópera francesa caracterizado por sus grandes proporciones: temas históricos, abundancia de personajes, orquesta inmensa, caras escenografías, vestuarios suntuosos y efectos escénicos espectaculares.
Otras características son la fluidez de la música (ya que se utiliza el recitativo acompañado por orquesta en vez del recitativo seco o diálogo hablado), suele dividirse en cuatro o cinco actos y es norma incluir al menos un ballet.
Esta combinación cosmopolita de influencias, contribuyó a la formación del grand opéra.
Aunque no fueran óperas poco populares, tampoco causaron un gran revuelo; a pesar de eso, ahora se las considera las más influyentes, y quizás las mejores, óperas en su estilo.
Al final se produjo una reacción contra los excesos del estilo, y los compositores tendieron a crear otro tipo de obras, aunque continuaba la tendencia a utilizar algunos de los elementos antes vistos.