Las esporas se liberan y son llevadas por el viento hasta que infectan a una manzana, pera, o un árbol de espino.
En los anfitriones secundarios, el hongo produce depresiones amarillentas en las hojas.
También infecta a la fruta, donde crecen unos tubos blanquecinos como una cabeza de Medusa.
Las esporas entonces deben infectar a un enebro para completar el ciclo de vida.
El hongo no causa daños graves a los enebros, pero los manzanos y perales pueden sufrir graves pérdidas en la producción de fruta debido a los efectos del hongo.