En las nuevas colonias, apoikiai, esparcidas por todo el litoral mediterráneo los colonos buscaron reproducir las formas de vida practicadas en las metrópolis originarias.
[13] La segunda colonización griega del Período Arcaico constituiría la primera instancia de la helenización durante la Época Antigua y su experiencia serviría más adelante a la expansión imperial del Período Helenístico.
En algunas regiones las élites griegas despreciaban la idea de compartir el poder con los bárbaros, por más helenizados que llegasen a parecer, en otras, en cambio, serían las mismas aristocracias helenas las que paulatinamente absorberían elementos nativos hasta hacerse indistintas.
El griego era la lengua de la política, la diplomacia, el comercio, la vida militar y la intelectualidad en el mundo helénico.
En estas colonias los militares griegos (activos y veteranos) podían usufructuar las parcelas de tierra que habían recibido en compensación por su servicio y que además contaban con títulos de propiedad hereditarios, asegurando la permanencia prolongada de población mayoritariamente griega pues los gobernantes helenos solían rehusarse a reclutar orientales.
[17] Pero no solo los soldados rasos tuvieron un papel importante en la helenización de Oriente.
Distintas batallas de las guerras civiles romanas que antecederían el paso del período republicano al imperial fueron además libradas en territorio griego, empeorando la mala condición en que Sila lo había dejado tras la insurrección.
[19] Sin embargo, este filohelenismo practicado especialmente por las clases dominantes romanas llegaría a su máxima expresión solo hasta el siglo II d. C., centuria en la que Grecia alcanzaría, gracias a la instauración de la Pax Romana, el grado de estabilidad necesaria para integrarse plenamente al ámbito cultural y político del Imperio Romano.
[21] Pero los romanos también verían en el helenismo la oportunidad de construir un discurso histórico que legitimara el orden imperial y los vinculara al pasado esplendoroso de la Grecia clásica que ahora querían reclamar como suyo.
[25] La frase se refiere a la fijación de la cultura helénica entre los romanos, la misma que ya para el siglo III d. C. había permeado todos los ámbitos de la vida romana, desde la religión a la política pasando por el arte y la filosofía.
Desde luego lo helénico no suplantó de raíz a lo autóctono romano, sino que Roma se sirvió de los elementos que más le favorecían para sustentar su posición dominante sin comprometer por completo su identidad.
[28] El Imperio Romano irradió por todo el mundo mediterráneo este acervo cultural basado en los modelos helenísticos.