Johan George Reuchlin y el fogonero Wessel van der Brugge, no sobrevivió al desastre.
Durante varios años trabajó como sirviente de un panadero en la Oude Ebbingestraat, donde también se fue a vivir en habitaciones alquiladas.
Los pasajeros tenían preferencia sobre la tripulación y se informa que los mayordomos y sobrecargos cerraron el acceso desde los camarotes de los empleados del restaurante a la carta, considerado aparte, para que no ocuparan espacio en los botes salvavidas.
En la última carta escrita a casa, informaba que regresaría en marzo o abril.
[1] En el otoño de 2012, el mismo museo organizó una exposición titulada Los holandeses a bordo del Titanic.