Henri Dutilleux

Aunque su producción es relativamente escasa —apenas treinta obras—, su calidad y originalidad han logrado un gran reconocimiento internacional.

Durante la Primera Guerra Mundial la familia Dutilleux debió de dejar su hogar en Douai (una pequeña localidad próxima a la frontera belga de unos 40.000 habitantes) y trasladarse a un lugar más seguro.

En 1919, ya finalizada la guerra, la familia volvió a Douai, que encontraron casi totalmente destruida y con su propia casa saqueada.

[2]​ Luego, a los doce años, sus padres adquirieron la partitura de Pelléas et Mélisande, en una reducción para voz y piano, una obra que consideraban revolucionaria y que Henri estudió con entusiasmo.

En esos años no se escuchaba mucha música: apenas había radio, no había grabaciones discográficas, y casi toda la nueva música que se oía lo era en vivo, en concierto o en interpretaciones en el propio Conservatorio.

Su siguiente obra, la Sonatina para flauta (1943) muestra las influencias, patentes en sus primeras obras, de Ravel, Debussy y Roussel, como él mismo confesará más adelante mostrando sus reservas por un lenguaje poco personal.

En 1945, acabada la guerra, fue nombrado director del Servicio de producción musical («Service des illustrations musicales») de la ORTF, un puesto que desempeñó hasta 1963 (el servicio fue suprimido durante un viaje suyo a los Estados Unidos) y que le permitió entrar en contacto con músicos de todas las tendencias y que contribuyó a enriquecer su propia experiencia compositiva.

La primera de ellas fue la Sonata para piano (1946-48), una obra donde se agotan las posibilidades tímbricas del piano y en la que, por vez primera, el autor mostró su habilidad para la variación, una técnica que convertirá posteriormente en la base de sus procedimientos compositivos.

Esta obra es la primera que Dutilleux considera digna, habiendo renegado de todas sus composiciones anteriores.

Este disgusto se extendía incluso a la Sonatina para flauta, una de las piezas más interpretadas y apreciadas por los solistas de flauta: «No me siento completamente satisfecho que sea tocada tan a menudo».

Se trata de su primera gran obra orquestal, construida sobre formas clásicas, aunque contiene ya su sello personal.

Por esos años compuso la música de algunas películas, que pensaba le sirvió para aprender a componer muy rápido.

El desarrollo se confía nuevamente a la variación y la obra aúna una factura tradicional con una gran modernidad alejada del academicismo.

Este extremo lo llevará aún más adelante tras Métaboles, nombrando incluso los movimientos de cada obra.

Así sus cinco tiempos, ejecutados sin interrupción, se refieren a los estilos cambiantes del discurso, musicalmente transformado: Encantador, Lineal, Obsesivo, Torpe y Ardiente o Inflamado (Flamboyant).

El autor describió la obra como «une sorte de concerto en cinq mouvements (on connaît sa prédilection pour les chiffres impairs) dont chacun privilégie une famille d'instruments en les réunissant tous pour le finale».

En 1970 Dutilleux fue nombrado profesor asociado del Conservatorio de París, puesto que ejerció solo un año, hasta 1971.

En 1990, declaró a Telerama: «He intentado hacer cantar la orquesta como los pintores hacen surgir los colores» («j'ai essayé de faire chanter l'orchestre comme le peintre fait jaillir ses couleurs»).

Dutilleux se definía a sí mismo como un temperamento confiado y optimista, pero su música revelaba largamente sus dudas sobre la capacidad del hombre de mejorar.

En 1998 se realizó un documental sobre su vida para la cadena Muzzik, a cargo de François Roussillon y Jean-Luc Daniel.

La Danse cosmique del autor indio Prithwindra Mukherjee, ésta si un poema, se presentaba como una suerte de petición a Shiva.

Vista de Douai, en un cuadro de Corot
La Isla de San Luis, París, donde Dutilleux residió más de cuarenta años.
El cuadro de van Gogh, La Nuit étoilée