Los hermanos Benedito Vives, José María (Valencia, 1873-Madrid, 1951) y Luis (Valencia, 1884-Madrid, 1955), fueron unos taxidermistas españoles que desarrollaron su vida profesional en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) de Madrid en la primera mitad del siglo XX.
Los hermanos Benedito fueron los artífices de los mejores ejemplares y dioramas del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN), innovadores en su campo profesional, cambiaron la taxidermia en España con técnicas novedosas que habían aprendido en distintas estancias en Europa.
Cuando falleció el padre de forma repentina en 1899, José María, el primogénito, tenía 25 años y se quedó al frente del taller de taxidermia familiar,[1] abandonando su trabajo como contable.
[6] Cinco meses después, José María pasó a ser Jefe del Laboratorio de Taxidermia en el MNCN.
Su hermano Luis le ayudaba con trabajos de taxidermia en el taller familiar.
Un año más tarde, en 1912, Luis volvió a España para incorporarse a la plantilla de discadores del MNCN y allí realizó, junto con su hermano mayor, un gran número de los ejemplares más emblemáticos que posee esta institución.
[8] Una vez finalizada la Guerra Civil los dos hermanos prosiguieron su trabajo en el MNCN: José María permaneció como Jefe del Laboratorio de Taxidermia hasta que se jubiló en 1943.
Luis le relevó en el cargo hasta su propia jubilación, once años más tarde, en 1954.
Las especies que disecó cubren una amplia gama de especímenes ornitológicos como: ortegas, gangas, sisones, faisanes, estorninos, abulillas, colines, martinetes, cigüeñas, cernícalos, gavilanes, buitres, patos de la Albufera y un águila pescadora.
También representaban conjuntos biológicos en actitud dinámica, con variantes morfológicas según el sexo (machos y hembras) o según la edad (ejemplares jóvenes y adultos) para facilitar su identificación visual en el campo.
[10] Esta técnica consistía en hacer, en primer lugar, la forma del tronco del animal con una plancha de madera a la que se le anadía unas barras de hierro para prefigurar el cuello y las extremidades.
Por último, se adhería la piel a ese molde, prendida con alfileres hasta su secado.
[5] Otra donación histórica fue la efectuada por el rey Alfonso XIII de un Oso pardo (Ursus arctos) que fue cazado en Asturias.
Este procedimiento taxidérmico era desconocido en el momento que lo implementaron los Benedito y creó escuela en la taxidermia española.
En ella también se valoró la perfección de los trabajos presentados por los hermanos Benedito en su vertiente científica y taxidérmica.