En 1902, el editor Walter Blackie compra una parcela en el barrio y por sugerencia de su amigo Talwin Morris encargó a Mackintosh el proyecto.
A su juicio, los problemas funcionales deben ser resueltos en primer lugar, para dejar que la belleza surja de la solución.
Las cualidades exteriores del edificio son casi las contrarias de los cálidos, exóticos y cuidadosamente decorados interiores.
Una vez más, Mackintosh se refiere a la teoría de Pugin de minimizar la decoración exterior y hacer hincapié en el diseño interior: la transición desde el mundo exterior a un lugar seguro y fantástico espacio interior.
Mackintosh utilizó diferentes materiales, colores e iluminación, cuando resultaba necesario resaltar la transición de un punto a otro.