Poco tiempo después, misioneros franceses fueron los primeros habitantes europeos permanentes de la isla.
Dominica fue oficialmente neutral en el siglo siguiente, pero el atractivo de sus recursos perduró y expediciones rivales de silvicultores británicos y franceses explotaron la madera a principios del siglo XVIII.
En 1763, los británicos establecieron una asamblea legislativa,[1] la que representó solamente a la población blanca.
Al año siguiente se eligieron a tres negros como miembros de la asamblea legislativa.
En reacción a la amenaza percibida, los hacendados presionaron por un dominio británico más directo.
De esta forma, los hacendados, aliados con los administradores coloniales, en muchas ocasiones superaron con sus tácticas a los legisladores elegidos.
La ayuda para el desarrollo, ofrecida como compensación por la privación de derechos, resultó tener efectos insignificantes.