Historia de San Sebastián

Guipúzcoa a partir del año 1200, por el interés comercial, acuerda vasallaje con el rey castellano Alfonso VIII, enemigo de Sancho el Fuerte.

Alfonso VIII jurará los fueros e iniciará la larga serie de privilegios otorgados a San Sebastián, tendentes a mantener unos vivo el tráfico navarro y otros una situación privilegiada de los comerciantes donostiarras en el mercado castellano.

Esta prosperidad es la que la hará resurgir de los múltiples incendios que padecerá a partir de 1266, llegando a arder por completo seis veces en dos siglos y cuarto.

Un nuevo elemento, negativo, se unirá a estos dos, y es que Navarra, parte principal y rica del comercio con el puerto de San Sebastián, evolucionará, por motivos dinásticos, en dirección francesa.

Durante este largo periodo, en el que la provincia entera está ensangrentada con la Guerra de los Bandos, y en el que las villas intentan coaligarse para hacerles frente, San Sebastián es un reducto de paz.

Primero será Fuenterrabía, más tarde Oyarzun, después Hernani, Andoáin, Orio, Usúrbil, etc., los municipios que sucesivamente se segregarán de San Sebastián.

Este desgraciado acontecimiento tuvo como medida la construcción en piedra de la villa.

A partir del último cuarto del siglo XV, San Sebastián, de ser un emporio mercantil, pasará, por su situación estratégica, a ser plaza militar; y su puerto principal, Pasajes, pasará de ser esencialmente comercial, a cumplir las funciones de base naval de la Escuadra Cantábrica, fuerza marítima que mantendrá durante siglos (hasta el XIX) la lucha contra las escuadras francesa, holandesa y británica.

En el periodo entre los Reyes Católicos y Felipe V, trescientos años aproximadamente, la villa sufrirá numerosos sitios.

Con este mismo monarca, Felipe IV, en 1659 se logra la paz con Francia, llamada "de los Pirineos", motivo por el cual las clases dirigentes de San Sebastián se aprestan a su antigua dedicación mercantil.

Pero todo ha sido un espejismo, la guerra continúa y debe fortificarse la ciudad, surgiendo así una enconada discusión entre quienes son partidarios de mantener las murallas como elemento defensivo y quienes abogan por centrar la defensa en el castillo.

Estando en esta discusión, llegan al año 1719 en que, por primera vez, San Sebastián es tomado por un fuerte ejército francés mandado por el Duque de Berwick, quien se encontró una ciudad débil en fortificaciones y una pequeña guarnición con escasez de víveres y munición.

En dicha fundación están presentes los intereses del Estado, que quiere volver a controlar el comercio americano, y los intereses del grupo comerciante donostiarra, que busca una salida a su vapuleado comercio al perder el tráfico de la lana castellana (monopolio de Bilbao) y navarra (desviado a Bayona).

Los vecinos más representativos se reunieron en las afueras, en Zubieta, y decidieron reconstruir la ciudad.

En 1816 se aprueba la planta definitiva y se producirá un enfrentamiento entre militares y civiles, sobre cómo debía plantearse la ciudad, sobre la conveniencia o no de mantener las murallas como elemento defensivo.

La obra se hará bajo la protección del rey Fernando VII, quien mantendrá las murallas.

La división del reino en cincuenta y dos provincias establece la capitalidad de Guipúzcoa en San Sebastián, hasta entonces ésta se había turnado entre San Sebastián, Tolosa, Azpeitia y Azcoitia, en función de dónde se realizaban las reuniones de Juntas y residiera el Corregidor (representante del rey en la Provincia).

En la provincia se van formando dos bandos, carlistas y liberales, estos últimos partidarios de la Constitución.

San Sebastián optará por el liberalismo frente a la mayor parte de la Guipúzcoa rural.

San Sebastián, que para proteger la causa liberal contaba desde el 10 de julio de 1835 con una legión inglesa al mando del general sir Lacy Evans, defendió la ciudad sufriendo numerosas bajas.

Cumpliendo lo establecido en el Convenio, una vez reunidas las Cortes Españolas, reconocerán el régimen foral de las provincias vascas.

Esta será enviada al alcalde Eustasio Amilibia, quien estando en el Teatro Principal, recibe un telegrama del duque de Mandas, comunicándole el acuerdo del Gobierno accediendo al derribo de las mismas.

En 1876, terminada la última guerra carlista, queda abolido el régimen foral, que será sustituido por diferentes conciertos económicos, vigentes hasta 1936.

Asimismo a principios de siglo, en 1904, surgen en San Sebastián los primeros núcleos del nacionalismo.

En 1930 los jefes de los distintos partidos políticos republicanos se reúnen en San Sebastián para acordar un frente y un ideario comunes, conocido como el Pacto de San Sebastián, que dará al traste con la monarquía y traerá la república.

Durante este período se celebran en dicho lugar los Consejos de Ministros.

En esta época comienza a configurarse la idea de una caracterización del artista vasco.

Son años dorados para el teatro amateur de la ciudad, estrenándose todos los domingos una nueva obra.

Dicha situación se prolongará durante los años setenta, en especial una vez llegado el final de la etapa franquista (1975).

Con la reforma política surgida tras dicho período y con la aprobación del Estatuto de Guernica, se establece un nuevo Concierto Económico en 1981.

Cartografía de San Sebastián, encargada por Felipe IV en 1622.
Plano de la ciudad hacia 1888 editado por la Compañía del Tranvía de San Sebastián , creada en 1886, primera compañía en electrificar todas sus líneas en España
Vista del puerto de San Sebastián en 1890, con la Bahía de la Concha al fondo.
Fotografía antigua de detalles de la playa en San Sebastián, foto de 1908.
Fotografía antigua de detalles de la playa en San Sebastián, foto de 1908.