Historia de Villarrobledo

Sin embargo, dentro del actual término municipal existen vestigios sólidos de casi todas las culturas históricas que han poblado la península ibérica, atestiguando poblamientos, más o menos estables e importantes, desde el Paleolítico Inferior.

Estas muestras constituyen una de las manifestaciones humanas más antiguas encontradas en la provincia[1]​ y se encuentran depositados en el museo provincial.

En un estudio reciente en curso,[4]​ se apunta la posible existencia de un sexto yacimiento Musteriense más (Los Minayas)[5]​ y un séptimo sin adscripción cronológica fiable (Los Santos) en los límites con el término municipal de Socuéllamos.

Los establecimientos poblacionales eran, por regla general, de pequeño o medio tamaño, solían establecerse en lugares elevados desde donde pudieran mantener contacto visual entre sí y, a la vez, poseer un control efectivo sobre el territorio; a pesar de estar separados mantenían fuertes vínculos y relaciones formando parte, quizá, de una misma realidad organizacional que hoy por hoy desconocemos.

Abundando en ambas tesis, en el amplio término municipal y aledaños existen otros yacimientos que testimonian asentamientos desde la Edad del Hierro, más o menos extensos y pervivientes en el tiempo, así como restos diversos de calzadas y puentes (especialmente sobre el río Záncara y Córcoles) romanos, lo que sugiere que la zona fue en tiempos un importante nudo de comunicaciones (hasta bien entrado el Renacimiento), además de ser zona fronteriza de las distintas regiones prerromanas.

Laminio, Libana, Lila o Urcesa no son las únicas cuya reducción geográfica se ha querido situar en Villarrobledo: Jean Doujat hispanista y estudioso de la obra de Tito Livio situó en ella[23]​ la antigua Anitorgis, población prerromana ocupada por Asdrúbal Barca en cuyas cercanías se produjo una importante batalla, en el marco de las guerras púnicas, entre los Cartagineses y las tropas romanas comandadas por Cneo Cornelio Escipión Calvo, con importante victoria para las tropas africanas.

Las condiciones geográficas del término, dominado por la llanura, complicaban más aún la situación y la escasa población, ya muy diezmada y en franco declive, quedó reducida a los lugares mejor defendidos, emigró o pereció en una de las múltiples refriegas.

Aunque el aspecto actual del nombre ofrece bien pocas dudas sobre su significado ("Lugar donde hay robles") tanto la peculiar transformación que ha sufrido desde Robrediello a Villarrobledo, confirmada históricamente, como la singularidad que supone la presencia de robles en estas latitudes, dejan abierto su posible significado primigenio.

El primer nombre (Robrediello, siglos XIII y XIV) no alude tanto a una concentración de robles como a un solo ejemplar -relevante por algún motivo, quizá por su propia rareza- lo que difícilmente casaría con la tradición historiográfica que sitúa el Villarrobledo del siglo XIII en un espeso robledal.

Para enmarañar más la situación, existen discrepancias acerca de dónde estuvo el primer asentamiento medieval.

A este primer vecino le siguieron otros seis parientes y amigos con sus respectivas familias.

Al tiempo, y a solicitud del Maestre de Santiago se repobló en sus inmediaciones un antiguo emplazamiento ibérico, el Villarejo de San Bartolomé (o Villarejo Rubio), también desaparecido hoy en día.

Esta tensión se vio agravada en 1294 por la salomónica Providencia Real que obligaba a compartir pastos y agua de un mismo pozo situado en el límite de ambos pueblos; en este documento estampa su firma el primer vecino del que existe constancia histórica: Don Gilen, clérigo del Robrediello.

Otra cuestión notable es que, ya en 1318, existe una de las referencias históricas más antiguas a los caminos del término (Robrediello- El Provencio).

Durante los siglos XIV y XV, experimentó un despegue demográfico espectacular, absorbiendo población de múltiples núcleos vecinos.

Don Juan Pacheco convirtió nuevamente a la villa en aldea, esta vez de Belmonte (Cuenca), como se puede leer en las Cartas de Privilegio otorgadas por los Reyes Católicos, conservadas en el archivo histórico municipal.

Los villarrobletanos debieron asumir muy mal el oprobio de perder sus privilegios y ser anexionados a un señorío tradicionalmente enemigo.

También nació María Almansa Pacheco madre y primera profesora de Alonso Cano, de hecho la familia abandonó la ciudad para instalarse defininitivamente en Granada tres meses antes del nacimiento del genial artista.

[31]​ Pareja a esta ampliación surge la consiguiente "fiebre" roturadora que cambió para siempre su tradición ganadera.

Algunos autores han apuntado los motivos del éxodo poblacional (principalmente hacia Andalucía y Murcia).

En la ciudad es donde se concentraron el Convoy real y las tropas francesas que venían desde Madrid por caminos separados.

[36]​ La intención del Rey, desde su Cuartel General en Villarrobledo, era recomponer sus ejércitos: El propio José Bonaparte, en sus memorias,[37]​ rememora su estancia en la Villa.

Se sabe que pernoctó en la Casa del Curato o de Blas Domínguez (hoy desaparecida y edificado en su solar un espantoso bloque de viviendas), aunque los asuntos reales se debieron despachar desde un Ayuntamiento villarrobletano convertido en Corte por tres días.

Constituyó el mayor revés que sufrió el General Don Miguel Gómez Damas en su expedición pues a las enormes bajas hay que sumar la pérdida casi completa de su caballería, 2000 fusiles y bastante munición.

Bifaz Achelense.
Hacha típica de La Edad del Bronce .
Villarrobledo en relación con los Pueblos Prerromanos de la Meseta Sur , según la propuesta de González- Conde.
Cerámica Ática de importación, estilo Saint-Valentine.
Plano idealizado de un Castrum.
Aljibe de Moharras.
Puerta Gótica de la iglesia de San Blas.
Puerta Renacentista de la iglesia de San Blas, de la Escuela de Andrés de Vandelvira .
Tratados del doctor Alonso Ortiz 1493
Puerta lateral derecha: Placa conmemorativa de la declaración de lealtad a Fernando VII (1808)