Gran parte de la historia del Perú ha tenido lugar en donde se ubicaban las tierras cultivables.
Las regiones costeras más pobladas del Perú son las dos cadenas montañosas paralelas y la serie de 20 a 30 ríos que recorren el desierto.
En los períodos secos, solo las montañas están lo suficientemente húmedas para la agricultura y la costa desértica está vacía, mientras que en los períodos húmedos muchas culturas han prosperado a lo largo de los ríos de la costa.
[2] Perú está afligido y bendecido por un clima peculiar debido a la Corriente de Humboldt.
En tierra, se traduce en una neblina fría que cubre el Perú costero en la medida en que las plantas del desierto se han adaptado para obtener agua del aire en lugar de la lluvia poco frecuente.
Desde la conquista de los incas, el Perú siempre ha sido rico en recursos naturales como el estaño, la plata, el oro, el guano y el caucho.
Así que hay pocas formas de llevar productos agrícolas al mercado.
El sistema vial aún es primitivo en Perú, no hay conexión con Brasil y solo un poco más de una cuarta parte del sistema vial inca del siglo XV se ha reconstruido como la carretera moderna.
Hoy en día, Perú cultiva productos agrícolas como espárragos, papas, maíz, arroz y café.
[4] La agricultura peruana utiliza fertilizantes sintéticos en lugar del guano, aún abundante, debido a problemas de infraestructura.
Hubo empresas que hicieron chips de papa nativa y se exportan”.
Los chavines, [7] los moche, [6] y los incas construyeron terrazas, o andenes, en los lados de las colinas.
Los andenes redujeron la erosión del suelo que normalmente sería alta en una colina empinada.
A fines del siglo XIX, el 50% de los ingresos del gobierno peruano iba a pagar los préstamos que se habían garantizado con fuentes de guano que Perú había perdido para Chile.
[7] Por otro lado, el azúcar también tuvo diversas aplicaciones en la industria local, incluyendo su uso como insumo para la fabricación de bebidas gasificadas y dulces, productos con una creciente demanda en la alimentación cotidiana.
[8] En cuanto a las relaciones sociales y de control laboral, en las haciendas estas mantenían similitudes con los antecedentes coloniales.
Esto, a su vez, hizo necesaria una mayor sobreexplotación del suelo, agravando aún más el problema.
Como respuesta, los comuneros comenzaron a invadir las tierras de las haciendas, un proceso que se intensificó durante los años siguientes.
La situación alcanzó un punto crítico en 1962, cuando ocurrió la masacre en la Hacienda Pocayán, en la que la policía reprimió violentamente a los comuneros, dejando muertos y heridos.